TÉRMINO

Sembradores de cizaña

Expresión original

Disseminatores zizanie

TÉRMINOS RELACIONADOS

ÍNDICE TEMÁTICO

Naturaleza Oficios y representación política Prácticas intragrupales denostadas (heterodoxia) Preceptos y obligaciones religiosas

OBRAS

(en las que aparece)

CITAS

(en las que aparece)

Nulli ergo fidelium hoc de cetero ignorare licebit, quod hos disseminatores zizanie et schismatis introductores

CITA TEXTUAL

«Nulli ergo fidelium hoc de cetero ignorare licebit, quod hos disseminatores zizanie et schismatis introductores debeant et ipsi adversos, sicut et ipse reputat, reputare, nec eis ultra quam eius sacra decernit auctoritas audeant quomodolibet communicare, sicut ipsius beati Petri apostolorum principis et patroni,»

TRADUCCIÓN DE LA CITA

«Ningún fiel podrá ya ignorar que estos sembradores de cizaña e introductores de cisma deban considerarse adversarios suyos como él [el Papa Nicolás V] los considera, y que de ninguna forma deberán comunicarse con ellos más de lo que determina su sagrada autoridad,» (p.549)

COMENTARIOS A LA CITA

Los sembradores de cizaña es el calificativo que Oropesa da en todo su tratado del Lumen a los rebeldes e ideólogos de Toledo de 1449, pero también a los predicadores y gentes que animan a los reyes y al pueblo a desgarrar la iglesia y crear disensiones en su interior. Sus palabras son tan duras que los llama también cismáticos. Defiende que ser sembradores de cizaña es el peor crimen que se puede cometer y los califica de «lobos crueles» siguiendo a los apóstoles (pp.578-579). Oropesa los concibe como judíos y musulmanes, pues pide que no haya «comunicación» con ellos (p.549). El paralelismo entre los herejes de los siglos I-II con los cismáticos actuales es constante en la obra desde el capítulo 43 hasta el final que entra en la discusión con los argumentos de Toledo. En esto capítulo 43 reproduce la bula de 1449 de Nicolás V en que los llama «nuevos sembradores de cizaña». Esta bula fue la herramienta más empleada por la lucha de los conversos contra su exclusión de cargos civiles y eclesiásticos durante todo el siglo XV-XVI. Las penas para los que no cumplan la bula son durísimas, como contra herejes y suponen el entredicho y luego la excomunión de clero o pueblo. En el capítulo 46 describe su teoría de por qué esta gente se convierten en sembradores de cizaña: la corrupción se produce primero en su interior de la triple potencia del alma, la irascible la concupsicible y la racional (se basa en las Colaciones de los Padres de Juan Casiano, s.V). Concretamente se les corrompen los afectos en el alma concupiscible, primero y luego se les corrompe el entendimiento. Así las pasiones de la envidia, orgullo, ambición, soberbia y luego se embarcan en interpretaciones erróneas e ignorantes de las Escrituras, poniendo sus intereses antes que la verdad, cogiendo fragmentos y palabras y deformando su significado (pp.572-573). Toda una crítica heurística y hermenéutica a las obras y sermones del clero anticonverso al que acusa de tener seducidos los corazones y de seducir ala gente cuando les dirige la ambición de bienes temporales, la soberbia, la vanidad, la envidia y la emulación (p.573).

OBRAS

(en las que aparece)

Lumen ad revelationem gentium et gloria plebis Dei Israel (Luz para conocimiento de los gentiles y gloria del pueblo de Israel

AUTOR

Oropesa, Alonso de

FECHA

1465

COMENTARIO DE LA OBRA

La obra más importante de Alonso de Oropesa es: Lumen ad revelationem gentium et gloria plebis Dei Israel: de unitate fidei et de concordi et pacifica aequalitate fidelium, traducido como "Luz para conocimiento de los gentiles y para la gloria del pueblo de Israel...". El autor programó escribir 2 volúmenes, pero sus tareas solo le dejaron escribir el primer volumen. Se compone de 52 capítulos. Los 40 primeros fueron escritos entre 1450 que el prior de Guadalupe le pidió que compusiera un libro sobre la unidad de la Iglesia y 1451-52 que fue elegido prior de Santa Catalina de Talavera. Los 10 primeros capítulos son muy breves. Desde el XVII se quintuplican en extensión. También escribió un breve primer prefacio. Escribió en un lapso de tiempo de 15 años, de 1450 a la Navidad del 24 de diciembre de 1465). Retomó en 1462, tras su inquisición en Toledo y bajo la iniciativa de Carrillo y acabó en 1465. Escribió entonces un segundo prefacio dedicado al arzobispo de Toledo hacia 1466. Murió 2 años después sin completar la segunda parte. Habían cambiado mucho las cosas en dicha década. La obra es muy parecida al Defensorium Unitatis de Cartagena en fuentes, temas, formas, puntos de vista y finalidad, pero tienen distinto carácter. La primera parte que tenemos es una obra de ingeniería argumental en la que encajan todas las piezas con una precisa argumentación lógica articulada en torno a citas hiladas procedentes del Antiguo y el Nuevo Testamento (500 citas de las 1000 de la obra), de San Agustín, Crisóstomo y Jerónimo, para mostrar un propósito teológico y eclesiológico: demostrar que el pueblo judío era el pueblo elegido pero era imperfecto, que todo el AT profetiza la llegada de Cristo, que su llegada inició una nueva fase que construyó una Iglesia perfecta, una religión perfecta en todos los sentidos y que una de las perfecciones es no distinguir por el origen de los fieles porque la caridad, la fe y la esperanza, el amor y el sacrificio de Cristo, además del bautismo y la comunión, lo limpió todo y dio a luz un hombre y una comunidad nuevas en la que todo es unidad, concordia y paz. Por tanto, que los cismáticos de Toledo son herejes de la peor especie porque rompen la unidad de la Iglesia, como los antiguos judíos a los que sí importaba el origen (interpretaban según la letra, no el espíritu), son ignorantes de las Escrituras, avariciosos y cizañadores. Defiende a los neófitos por 4 medios: 1) fundamentos bíblicos, 2) santos cánones, 3) leyes del reino y 4) el IV Concilio de Toledo. La defensa de los judeoconversos es abierta, aunque cuidadosa, pues es consciente, como él mismo argumenta en el segundo prólogo, del peligro que corría por tomar esta posición y de los enemigos que se ganará. Con respecto a los judíos, su opinión es que son los culpables de todos los problemas entre los cirstianos. Sus calificativos son duros y ofensivos y su estrategia es que se les debe segregar. Los acusa de traición e infidelidad y casi los convierte en herejes frente a los Israelitas, sus ancestros por no unirse a Cristo y seguir separados. Alonso de Oropesa escribió una Vida de San Juan Crisóstomo al que admiraba y quien escribió un tratado Contra los judíos precisamente alegando que los cristianos no debían participar en los ritos y ceremonias de los judíos y que no se sigan sus costumbres. Oropesa emplea su obra y de forma íntegra, en el capítulo XXV, copia sus 6 sermones contra los judíos.

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